¿Alguna vez te hiciste esta pregunta? ¡Yo sí!
Cuando terminé la secundaria, allá por el año 2000, estudiar a distancia no era tan accesible como lo es hoy. Desde entonces, las opciones educativas han evolucionado enormemente. En mi experiencia, prepararse, aprender cosas nuevas, perfeccionar lo aprendido y descubrir talentos en el proceso, ha sido un viaje constante… un camino de evolución que nunca se detiene.
Sea cual sea tu meta —emprender, trabajar en relación de dependencia, hacerlo en tu país o en el extranjero— invertir en tu formación siempre será una decisión enriquecedora.
Y cuando hablo de invertir, no me refiero solo al dinero. La verdadera inversión es tu tiempo, tu compromiso y tu constancia. A la larga, vas a darte cuenta de que todo esfuerzo valió la pena.
El tiempo, sin dudas, es uno de los recursos más valiosos que tenemos. Pasa, queramos o no. Algunas veces se nos escapa de las manos, otras parece estancarse, pero siempre avanza. Y cuando mires atrás —a fin de mes, a mitad de año, o cuando termine—, verás con claridad qué hiciste con él.
Aprendí que comprometerse con uno mismo es clave. Te hace sentir orgulloso, motivado, agradecido. Te impulsa a seguir creciendo.
Y volviendo a la pregunta del título… ¿Me formaría para emigrar o emigraría para formarme?
Hoy, te digo que por cualquiera de las dos razones me formaría, pero sobre todo: no importa dónde estés, siempre es un buen momento para empezar.
Claro que habrá obstáculos y factores que escapan de nuestro control. Pero ahí es cuando más firme debe ser tu decisión. No hace falta que te exijas al límite: plantéate un objetivo semanal que sea alcanzable, medible y realista. Hazlo a tu ritmo, pero hazlo.
Prueba con metas pequeñas. Y si quieres, después cuéntame cómo te fue.
¡Éxitos siempre!
Marbella Godoy
Creadora de BrillaTEC